El ministro Arturo Zaldívar, presidente de la SCJN, dijo que Felipe Calderón lo había presionado en los casos de la Guardería ABC y en el de Florence Cassez. Calderón respondió y desmintió las afirmaciones de Zaldívar.

Ricardo Raphael (El Universal del 10 de octubre) dijo que “en esta disputa resulta difícil confiar en la palabra de Felipe Calderón porque fue un presidente poco pulcro respecto a algunos aspectos muy relevantes” y menciona la criminalización de los jóvenes de Villas de Salvacar, en Ciudad Juárez y de los estudiantes del Tec de Monterrey muertos a manos de la Marina.

Jesús Silva Herzog Márquez (Reforma, 7 de octubre) nos recuerda que el actual presidente de la SCJN escribió, poco después del triunfo de Andrés Manuel López Obrador, un lamentable artículo en Milenio donde decía que ellos, los jueces, “debemos acusar recibo de los mensajes de las urnas”, como si a los magistrados les compitiera ratificar la voluntad de la mayoría, cuando su papel es hacer pasar esa voluntad por el filtro de la Constitución. Quizá el ministro quería ser presidente de la corte y para ello buscaba quedar bien con López Obrador, sin importarle que el ahora presidente de la república haya preguntado en campaña a la multitud (multitud con muy improbables conocimientos sobre derecho constitucional): “¿Saben de algo que hayan hecho los de la Suprema Corte en beneficio de México? ¿Se han enterado de algo que hayan resuelto a favor del pueblo?” y sin importarle que el mismo candidato se haya respondido: “¡Nada!”.

Así pues, enmendándole la plana a Ricardo Raphael, podríamos decir que no se puede confiar ninguno de esos dos personajes (Zaldívar y Calderón) porque se nota a leguas el tufo de oscuros intereses muy alejados de la actitud republicana.

Es seguro que Calderón sí trató de presionar a la Suprema Corte en los casos mencionados, pero también es seguro que a Arturo Zaldívar le importe muy poco la independencia del poder judicial (como tampoco le importa a López Obrador) por más que esa independencia (más que la del poder legislativo) sea la piedra de toque de todo sistema republicano, democrático y representativo.

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